En el mundo del diseño, el “Design Thinking” se destaca como un faro de creatividad e innovación. Pero… ¿qué significa realmente?
En su esencia, el Design Thinking no es sólo una metodología, es una mentalidad, un enfoque que nos sumerge en la resolución de problemas de manera creativa y centrada en las personas, que si queremos resumirlo de alguna manera, podemos dividirlo por pasos o lineamientos clave a seguir.
- Empatizar: Conectar con los usuarios
El proceso comienza con la empatía, entendiendo profundamente a quienes diseñamos para. ¿Cuáles son sus necesidades, frustraciones y aspiraciones? Esta fase nos invita a ponernos en los zapatos de los usuarios y ver el mundo desde su perspectiva. - Definir: Redefinir el problema
Una vez que comprendemos las necesidades, pasamos a definir el problema de manera clara y precisa. Este paso crítico establece las bases para soluciones efectivas y evita malentendidos a lo largo del proceso. - Idear: Generar ideas sin límites
La etapa de ideación es un campo de juego sin restricciones, donde todas las ideas son bienvenidas. Rompemos barreras mentales y buscamos soluciones innovadoras. La creatividad se desata, llevándonos a posibilidades que no habríamos considerado de otra manera. - Prototipar: Dar forma a las ideas
Tomamos las ideas más prometedoras y las convertimos en prototipos tangibles. Este paso no busca perfección, sino obtener retroalimentación rápida para refinar nuestras soluciones. Cuanto antes se pueda tocar, probar y mejorar, mejor. - Probar: Validar con los usuarios
El Design Thinking abraza la idea que el fracaso es parte del proceso. Probamos nuestras soluciones con los usuarios, aprendemos de sus experiencias y volvemos a iterar. Este ciclo de prueba y error nos lleva hacia soluciones más sólidas y centradas en el usuario.
La colaboración es clave en el Design Thinking. Integrar perspectivas diversas y habilidades complementarias enriquece el proceso y nos lleva más allá de las soluciones convencionales.
Fuente: designthinking.es
